CHERNOBIL


Consecuencias del desastre nuclear



Antes del alba del 26 de abril de 1986, a menos de tres kilómetros al sur de Prípiat, una ciudad de 50.000 habitantes, el reactor número cuatro de la Central Nuclear V.I.Lenin de Chernobil, estalló. A la 1.23 de aaquella madrugada, los técnicos cometieron un error en una rutinaria prueba de seguridad del reactor. El reactor de núcleo de grafito, un diseño soviético, tenía una inestabilidad inherente, y en cuestión de unos segundos la reacción nuclear en cadena se descontroló. El agua de refrigeración del reactor se vaporizó instantáneamente, rompiendo las barras combustibles. Los reactores occidentales están encerrados en el interior de gruesos edificios de acero y hormigón, pero éste no tenía materiales resistentes que contuvieran la explosión. El estallido levantó el techo, dispersó las entrañas del reactor alrededor del edificio y provocó un feroz incendio en lo que quedaba de núcleo de grafito. Dos trabajadores de la central murieron por la explosión y el fuego. Los otros, 22 trabajadores y seis bomberos, recibieron elevadísimas dosis de radiación y fallecieron en unos meses. Durante los días siguientes miles de trabajadores, fueron conducidos a Chernobil para dominar el infierno radiactivo. Mineros del carbón excavaron bajo el núcleo para bombear nitrógeno líquido y enfríar así el combustible nuclear. Pilotos de helicópteros arrojaron 4.500 toneladas de plomo, arena, arcilla y otros materiales para apagar las llamas. La estructura destruida ardió durante 10 días, contaminando 142.000 kilómetros cuadrados en el norte de Ucrania, el sur de Bielorrusia y la región rusa de Briansk, ya que el viento arrastró la nube tóxita, contaminando casi una cuarta parte del país. Fue el peor accidente nuclear que ha conocido el mundo.



A la mañana siguiente las autoridades anunciaron que se había producido un accidente y que la ciudad sería evacuada. 1.100 autobuses de toda Ucrania se alinearon en Prípiat. Un funcionario repartía comprimidos de yodo, que protegen cotra el yodo 131 radiactivo. A las 5 de la tarde la ciudad estaba vacía.

La lluvia radiactiva, 400 vecs superior a la radiactividad liberada en Hiroshima, expulsó a más de 300.000 personas de sus hogares y desencadenó una epidemia infantil de cáncer de tiroides.

Los restos extremadamente radiactivos del reactor cuatro, aún están bajo el “Sarcófago”, una deteriorada cripta de hormigón y acero construida a toda prisa después del accidente y que 20 años después amenaza con desplomarse. El frágil refugio contiene una cantidad estimada de 180 toneladas de combustible nuclear, parte en el núcleo del reactor y parte en forma de “lava”, altamente radiactiva. Dentro de ese armatoste hay suficiente uranio y plutonio enriquecido para fabricar decenas de bombas atómicas.

Hace años los operarios calcularon que había 1.000 metros cuadrados de grietas y orificios por los cuales penetraba la nieve y la lluvia. El agua debilita aún más la estructura y se filtra hacia el medio ambiente cargada de contaminantes radiactivos. El agua puede actuar además como moderador nuclear, es decir, como sustancia capaz de promover una reacción en cadena.  Después de dos semanas de lluvias intensas, los detectores en una de las salas inundadas de “lava”, registraron un espectacular aumento de los neutrones, señal de una reacción en caden. Acudieron inmediatamente para verter nitrato de gadolinio, una sustancia que absorbe los neutrones. Estos volvieron a su nivel normal.

El daño genético producido por la explosión se va cobrando lentamente sus víctimas. Nadie puede predecir los efectos definitivos, pero un informe fidedigno calcula que el cancer se cobrará más de 4.000 vidas hasta la fecha. Los efectos más dañinos podrían ser las heridas psicológicas sufridas por los que abandonaron un hogar malogrado y por los millones de personas que siguen viviendo en la zona contaminada.




A partir de 1990 observaron un gran incremento de cáncer de tiroides infantil. Pasaron de tener 2 o 3 casos al año en niños menores de 15 años a 90 en 1995. Hasta el momento a más de 4.000 niños y adolescentes de Bielorrusia, Rusia y Ucrania se les ha diagnosticado este cáncer, y la mayoría vive en Gómel, región de Bielorrusia al norte de Chernobil, altamente contaminada. Un informe de la ONU indica que de las personas expuestas a la nube radiactiva de Chernobil, unas 4.000 morirán de leucemia y otros tipos de cancer inducidos por la radiación.

Los dos radionucleidos más generalizados de Chernobil, el cesio 137 y el estroncio 90, permanecerán en el ambiente durante decenios. Los campos se abonan con potasio para que los cultivos absorban menos cesio, y se les añade cal para bloquear el estroncio. Extensas regulaciones fijan lo que se puede cultivar en cada tipo de suelo. La tierra más contaminada (200.000 hectáreas) todavía sigue en barbecho.

Lejos de la zona cero, la naturaleza se ha adueñado de los 5.200 kilómetros cuadrados de tierras abanadonadas en la zona de exclusión. Lobos merodean por el bosque, cigueñas negras, decenas de caballos… Los pinos están recuperando el Bosque Rojo, aunque en los puntos de radiactividad persistente son achaparrados y de aspecto deforme. Los ecólogos se maravillan de la resistencia de la naturalez ante la adversidad radiológica.




La zona de exclusión fue totalmente evacuada tras la explosión de Chernobil, pero al cabo de unos meses comenzaron a regresar algunos residentes, desafiando a las autoridades ucranianas. Unas 400 personas, casi todas mayores, viven en deteriorados pueblos y el gobierno les ha proporcionado electricidad y autobuses para hacer compras en ciudades cercanas.

Con el tiempo, los radioisótopos completarán los períodos de semidesintegración, y los temores de los supervivientes se desvanecerán

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